30 sept 2015

Peculiaridades chinas I

¡Hola!

    Ayer ya llegué de Shanghái, pero antes de escribir sobre el viaje me gustaría dedicar una entrada a otra cosa que he vivido estos días.

    Antes de nada, aviso de que voy a criticar algunos aspectos de los chinos. Y, lógicamente, reconozco que los estoy juzgando / criticando desde mi perspectiva occidental - no podría hacerlo de otro modo -, pero no quiero dar una imagen de que me siento "superior" por venir de Europa, rollo "qué civilizados somos en el viejo continente y qué salvajes son aquí". Para nada. Pero, a fin de cuentas, cuando doy mi opinión en este blog lo hago como mujer, europea, casi en la treintena, universitaria, [insertar demás etiquetas que puedan describirme], y ahora no voy a ser diferente.

    Sé que este último párrafo me lo podía haber saltado, porque este es mi blog y aquí hablo de lo que me da la gana. Pero tenía miedo de dar una imagen de mí que no corresponde con la realidad.

    Y, ahora, os hablo de mis chinitos ^^.

    Antes de venir a vivir aquí, me leí todo lo que pude sobre China, su cultura, su gente, su comida... y, de hecho, leí tantas cosas malas que vine aquí con miedo de lo que me iba a encontrar. Por supuesto, cuando llegué comprobé que aquí no se vive tan mal y que la gran mayoría de cosas eran exageraciones. O eso creía. 

    Una de las cosas que más se repetía es "los chinos son unos guarros: se tiran pedos, eructan, escupen, no se lavan muy a menudo...". En realidad, a este aspecto yo no le di mayor importancia. Sé que no es muy agradable pero, hablando claro, mientras no huela mal, no me importa - soy súper sensible a los olores y los identifico a tres kilómetros de distancia -. Además, que si decides irte a otro país tienes que aceptar lo que allí puedas encontrarte. Y, si no, quédate en tu casa. 

    Tras este viaje, he descubierto que vivo en un pequeño paraíso civilizado situado en el este de China. Me refiero a mi campus de Rizhao. Aquí, en todo el tiempo que llevo, no he escuchado ni un solo eructo, ni un pedo, ni he visto nada que te haga decir "dios mío, qué asco". Sé que los estudiantes se lavan tres veces a la semana o así pero porque me lo dijo una compañera; yo jamás lo hubiera pensado porque no tienen pinta de sucios ni huelen mal.

    En Shanghái, no llevábamos ni un día y un hombre que iba por la calle delante de nosotros se tiró un señor pedo que Manuel y yo nos miramos en plan "¿eso acaba de pasar?". Pero al final te ríes y te quedas con la gracia del momento.

    Estando allí, empecé a escuchar gente escupiendo pero es de esto que al principio como que pasa desapercibido. Hasta que ya notas que el mismo sonido se repite demasiadas veces. Y empieza a molestar. Además, que no os creáis que aquí se escupe con la gracia que tendría una duquesa francesa adolescente del siglo XVII. No. Aquí la nariz y el cielo de la boca se les meten dentro del cuerpo mientras hacen ese ruido tan característico que precede al escupitajo. En serio, juntad a cinco abuelos españoles escupiendo a la misma vez y sigue sonando más fuerte el sonido de un sólo chino. Y, vale, están en la calle, que ancha es Shanghái, ¿pero os imagináis en un autobús? Es más, ¿os imagináis en un viaje de diez horas en autobús?
Momento en el que perdí mi fe en la humanidad
   
    Se me hizo eterno el viaje de vuelta desde Shanghái. Creo que en esas diez horas he escuchado más gente escupir que en mis 28 años de vida. Y no exagero. Y ya no sólo era el hecho de escucharles, era el ser consciente de que no todos lo estaban haciendo en una bolsa o en un pañuelo. Si el viaje hubiera durado dos días, habría terminado nadando entre saliva.

    Además, conforme pasaban las horas, peor iba oliendo el autobús. Y, creedme, el hecho de que el conductor se metiera en desvíos sin sentido para dar la vuelta y desandar lo andado no es que ayudara. Sinceramente, yo creo que se perdió varias veces. En el viaje de ida, paramos cinco veces a descansar y tardamos ocho horas y media en llegar. En el viaje de vuelta, sólo paramos dos veces y tardamos casi diez horas. Y, de hecho, a la ida había tráfico en la entrada en Shanghái por culpa de un accidente que, si no, habríamos tardado menos.

    No sé cuántas personas altas me estarán leyendo, pero sé que me entenderán con lo que voy a decir ahora. Cuando eres alta y ya sea que viajas en coche, autobús o avión, siempre tienes esa tensión de "en qué momento la persona de delante echará su asiento para atrás y me pillará las piernas o le tendré que decir que por favor se eche para delante". En este autobús chinesco, no iba a ser menos. A ver, sé que es un coñazo para la persona que se sienta delante no poder echar para atrás su asiento. Es más, justo detrás de mí estaba sentado Fran, que es más alto que yo, por lo que no pude plegar mi asiento en todo el viaje. Sé cómo os sentís, personas que os sentáis delante de un alto.

    Bueno, en un momento del viaje, el pasajero que estaba sentado delante de mí echó su asiento para atrás con toda su fuerza y, de hecho, grité y todo porque, primero, no me lo esperaba y me asustó y, segundo, me pilló las piernas y me hizo daño en las rodillas. Se dio cuenta - como para no escucharme - y echó su asiento para delante. Y aquí va un pequeño test. ¿Qué creéis que hizo este amable señor?

    a) Me pidió perdón y no echó atrás su asiento en todo el viaje

    b) No me pidió perdón pero no volvió a mover su asiento

    c) No me pidió perdón y volvió a echar para atrás su asiento

    Efectivamente, la "c". Volvió a echar atrás su asiento como si no hubiera pasado nada, sólo que esta vez apreté las piernas para hacerle de tope y no pudo echarlo para atrás todo lo que se podía. Por lo poco que conozco  los chinos, yo ya sabía que más tarde o más temprano lo iba a echar sin miramientos. Lo que yo no contaba era con que el señor iba a dormirse apoyando su cabeza en el asiento de delante.


Definición de "joder por joder". Mis piernas aplastadas y el tío durmiendo sobre el cojín delantero

    Como antes he dicho, en las casi diez horas de viaje el conductor sólo hizo dos paradas. En la segunda, tenía unas ganas enormes de ir al baño que salí casi escopetada del autobús. Mi sorpresa fue lo que me encontré como baño:

Baño público. Literal.
.
    Ese era el baño de las mujeres y la foto la tomé desde "la puerta" - entre comillas, porque no había puerta -. Cualquier persona que pasara por ahí me podía ver mear. Y justo el baño de los hombres estaba al lado. Me quedé dudando en la puerta, entre las ganas que tenía de hacer pipí pero el miedo de que cualquier hombre pudiera verme. Una señora china se me acercó y me dijo algo. Aunque no entendí ni papa, sabía lo que me había dicho. Que no me preocupara, que ella se quedaba a vigilar en la puerta. Eso sí, hubo una parte con la que yo no contaba y es que la señora no iba a dejar de mirarme mientras meara. No sé si fue porque soy extranjera y/o nunca había visto un culo no asiático y sentía curiosidad. O simplemente porque forma parte de la naturalidad china - ¿qué hay de malo en mirar a otra mujer? -.

    Por cierto, por regla general (por lo menos en lo que he visto hasta ahora, que reconozco que es poco), los baños chinos no suelen tener váter. Son de este estilo:

Este es el baño de un buen restaurante. Generalmente no están tan limpios.
    
    Eso sí, tienen puertas para evitar que nadie te vea - como los baños de España, vamos -. Otra historia es que la persona que esté dentro cierre la puerta, que ya he visto más de un caso que no lo hace y ves a la señora tan tranquila de cuclillas.

    En fin, creo que es demasiada "cultura china" por hoy, ¿verdad? ¿Os imaginabais que los chinos serían así?, ¿habíais escuchado ya algo? Y los que viven o han vivido en China y me leen, ¿qué os parece?

    ¡Besitos para todos!





2 comentarios:

  1. Que mala suerte la tuya de encontrarte gente así, pero almenos los lavabos públicos que fuí tenían puertas y estaban limpios. La foto que has puesto del lavabo ese lo vi en un internado cerca de HangZhou, olía fatal y como no tenían puertas mee muy rápido hahaha

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    1. ¡Hola!
      Por suerte, en general los baños no son como el que vi en esa estación de autobús - aunque son más frecuentes de lo que me gustaría -. Lo bueno es que con el tiempo te acostumbras y ya no se te hace tan duro :P.
      ¡Gracias por tu comentario! ^^

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