22 dic 2016

El día que casi no lo contamos

¡Hola!

    Hace un año, por estas fechas, Manuel tenía que volverse a España, y pasé uno de los momentos de más miedo de mi vida. Y no es una exageración.

    Os presento primero a los protagonistas de la historia para que no os sea difícil seguir el hilo: Angela (la profesora china de italiano), Young (el marido coreano de Yurie, mi amiga japonesa), y Manuel (a estas alturas ya lo conocéis). Angela era una personaja buena - muy inocente, pero muy lianta - y Young tenía una calma asiática que eso no era normal.

    Ese día, tuvimos un almuerzo y merienda de despedida y, como Young se ofreció a llevar a Manuel en su coche hasta la estación de bus, quedamos con él a las 5.30. Como suele pasar, nos atrasamos y al final le dijimos de vernos a las 6.

     Cuando llegamos, Young nos dijo que íbamos con el tiempo justo, pero que conocía un hotel cercano donde el autobús del aeropuerto paraba y que nos iba a llevar allí. Manuel y yo le dijimos que por qué no nos llevaba a la estación de autobús - nos parecía más seguro - pero él dijo que no, que no nos preocupáramos.

    La cosa es que de la nada apareció un tráfico tremendo y estuvimos como veinte minutos sin apenas movernos. Os podéis imaginar las miradas de nerviosismo que compartíamos Manuel y yo - creíamos que el último bus salía a las 7 -; la de veces que dijimos al coreano "Young, ¿por qué no vamos mejor a la estación? :/"; y, para colmo, ahí estaba Angela calentándome la oreja con su "Pilal, non aliviamo, non aliviamo - "no llegamos" en chino-italiano -. Pero Young no se inmutaba. Era el hombre de piedra. Él seguía tan pancho con su mano izquierda encima del volante y, la derecha, tocando el GPS.

    - Vale, no llegamos a tiempo al hotel - dijo Young, tan tranquilo, con una sonrisa.
    - ¿Vamos entonces a la estación? - fue nuestra pregunta.
    - No, conozco otro hotel cerca donde también pasa el autobús.

    Y, dicho y hecho, metió la nueva dirección en el GPS y para allá que intentamos ir. Volvimos a insistir con ir a la estación pero él con toda la parsimonia del mundo nos contestó que no nos preocupáramos, que este hotel estaba más cerca e íbamos a llegar.

   Pero no llegamos.

    Pillamos otro atasco y Manuel y yo nos íbamos a tirar ya de los pelos. Las siete menos cuarto. Y, Angela, que siempre sabe decir lo apropiado en el momento justo, seguía con su "Pilal, non aliviamo, hihi" (porque encima se reía, la capulla xD).

    - Bueno, ahora sí vamos a la estación, ¿no? - casi suplicamos.
    - No, no, conozco otro hotel que nos pilla de camino.

    "Pero esto es troleo ya, ¿no?", pensábamos. Pero no, ahí seguía el conductor imperturbable que parecía no ser consciente de que a dos de sus ocupantes les iba a dar un infarto en cualquier momento. Es que Manuel se quedaba en tierra. Así de simple. Necesitaba coger ese autobús sí o sí.

    De pronto, empezamos a ver muchas luces horteras de colores en la calle. "Manuel, ¿pero dónde estamos?". ¿Qué donde estábamos? En Darunfa. Sé que os habéis quedado igual, por eso os pongo un mapa aquí abajo para que veáis la de vueltas que dimos. Yo no sé este hombre lo que hizo con el coche ese día, pero nosotros estábamos ya hiperventilando.


No os dejeis engañar que las distancias en China son muuuuy bestias. De Darunfa a mi uni - yendo directo - hay mínimo media hora en taxi y si no te pilla tráfico.

    - Vaya, creo que no vamos a llegar al hotel - dijo el coreano, con su mismo tono de cordialidad. - Vamos a la estación, entonces -.

    "¿Pero esto qué es, Manuel?", nosotros queríamos llorar ya. Y ahora el coreano que no daba con la estación y dimos más vueltas que un trompo hasta que por fin llegamos. Las siete y media. Ni de coña. Efectivamente, fue llegar a la ventanilla y la chica nos dijo que ya no había autobuses. Ni para Qingdao ciudad ni para el aeropuerto de Qingdao. Y que, de hecho, el último salía a las 6 - anda que estábamos también puestos nosotros con la hora xD -. Nos entró la desesperación bestia y un taxista ilegal se pegó a nosotros viendo que podía sacar provecho.

     Y ahí es donde empieza mi historia de terror.

    El taxista empezó a comentarle a Angela (la única que hablaba chino) que había un autobús que venía de no sé qué ciudad y que iba hasta Qingdao y que él conocía al conductor y le podía decir que parara para que se montara Manuel. Que él lo dejaría en la parada de autobús y éste sólo tendría que subirse cuando llegara. Así de fácil. Por el favor cobraría 150 yuanes, con el ticket del bus ya incluido (unos 20€, el autobús al aeropuerto suele costar poco más de 10€). Como era la única opción que teníamos, aceptamos, pero le dijimos que iríamos los cuatro - porque Angela decía que los taxistas ilegales son "malas personas" y no quería que Manuel fuera solo - y que nos tenía que traer a los otros tres de vuelta hasta la estación gratis. Y el taxista aceptó.

    Total, que nos montamos los cuatro en el coche del taxista ilegal y Angela, desde el minuto uno, empieza a decirnos - en italiano - que no se fía de este hombre, que si es mala persona, que se quiere quedar con nuestro dinero, que lo que está haciendo es ilegal, que si su novio se enterara de que se ha subido en un taxi negro la dejaba, que si esto es muy peligroso, que si no sé qué. Venga a ponernos la cabeza como un bombo a Manuel y a mí con el agobio que teníamos. (El coreano, como no se enteraba de nada, iba mirando por la ventana tan tranquilo. Pero ya os digo yo que si se hubiera enterado, su actitud hubiera sido la misma).

    A todo esto que Angela comienza a hablar en chino con el conductor. Manuel y yo sin enterarnos - Young a su bola -, pero vemos que el nivel de voz cada vez va subiendo más. Y sigue subiendo. Como que llega un punto que se están chillando los dos. El conductor se está cabreando por momentos hasta que, de pronto, detiene el coche de un frenazo y vemos que se baja.

    - Angela, ¿pero qué le estás diciendo?
    - Le he dicho que no me fío de él y que no vamos a pagarle.
    - ¿Pero por qué... ?

    Ni nos da tiempo terminar la frase. El taxista abre la puerta del coche violentamente y empieza a chillarnos. Nos quedamos sin saber qué hacer. Vemos que Angela se baja, que Young la sigue, y el taxista comienza a gritarnos y a hacernos  gestos para que bajemos. Lo hacemos, y empieza a hablarle a voces solo a Manuel para que le de el dinero. Manuel saca la cartera y el taxista, con toda la mala leche del mundo, tira de los billetes de Manuel. Sigue diciendo cosas en chino, súper enfadado, y va al maletero y saca las maletas de Manuel.

    Intento entender que está pasando cuando me da por mirar a nuestro alrededor y veo que estamos en mitad de la nada. De verdad. La nada. Estamos en una zona súper oscura, no se ven farolas ni casas. La carretera ni siquiera está asfaltada, no pasa ningún coche, y nosotros estamos parados a un lado, sobre barro. A lo lejos se ve una chabola y lo que parece un borracho tirado en la puerta. Es el típico escenario que piensas "si me pasa algo y grito, ¿quién me va a escuchar?".

    Manuel le dice a Angela que por qué el conductor no nos lleva a la parada, si ya le ha pagado; y ella contesta que es que ya hemos llegado.

    - Si aquí no hay nada, Angela - le dice.

    Pero el taxista nos grita algo en chino y Angela nos dice que tenemos que seguirle. Nos estamos acercando a una especie de puente que, por el ruido de coches que nos llega, debe tener encima una autovía.

    El taxista deja el camino y empezamos a pisar hierba, casi a oscuras. Hay una valla metálica que corta el camino pero él busca una parte que se ve que ha sido cortada previamente por alguien y nos pide que pasemos mientras él la sujeta. La verdad es que esta escena a mí se me quedó grabada. Me está dando mucha rabia ser una patata escribiendo y no poder expresarme mejor, porque os prometo que la situación daba mucho miedo. Todo a oscuras; sin saber qué estaba pasando; tres extranjeros y la única china que había estaba empaná, éramos una presa fácil y apetitosa (tened en cuenta que los extranjeros en China tenemos fama de ricos); teniendo que cruzar una valla que a saber dónde nos llevaba (y si estaba ahí sería por algo, ¿no?); y con ladridos de perros grandes, a lo lejos, que era lo que necesitaba una cagona como yo. 

    Angela entró la primera sin dudarlo. De hecho, es gracioso que con la de veces que dijo que no se fiaba del conductor - que hasta se lo dijo a él - le hizo caso sin pensárselo. Ya os podéis imaginar que Young la siguió tan tranquilo. Manuel dudó, pero el chino empezó a gritarnos otra vez y se metió. Yo me quedé paralizada. Pero de verdad que no podía moverme. Yo pensé que de ahí no salía con vida. Que yo entraba con mis patitas pero que de ahí me sacaban en la caja de pino. En serio, qué miedo pasé. El chino se cansó de esperarme y se puso a la cabeza de los otros tres para guiarles. Viendo que me iba a quedar sola fuera de la valla - y que el panorama no era más tranquilizador - la crucé con todo el acojone del mundo y los seguí.

    Recuerdo la sensación de no saber qué estaba haciendo con mi vida, el presentimiento de que algo malo iba a pasar. Que me iban a matar mínimo, en serio. Todo a oscuras, pisando hierba y barro, tropezando, los perros ladrando de fondo y el ruido de los coches por la autovía, que iban a toda velocidad.

    En un momento, el chino nos dijo que subiéramos una escalera para acceder a la autovía. Tal cual. A mí me tuvo que dar la mano Young para ayudarme a subir, porque yo era un flan. El pobre tuvo que subir la primera vez para dejar una de las maletas de Manuel y la segunda a por mí.

    Y ahí estábamos. Los cinco pegados al quitamiedos de una autovía china de seis carriles, con coches circulando a más de 100 km, entre luces, pitos y ráfagas de aire provocadas por los vehículos. Y de la nada, apareció el autobús de Manuel. Frenó en mitad de la autovía como si tal cosa, empezó a pitar como si no hubiera un mañana, y el chino guardó las maletas en un segundo. Manuel y yo nos dimos un abrazo para despedirnos pero el chino nos empezó a empujar para que se metiera ya dentro del bus. En serio, a día de hoy ha sido de las despedidas más tensas de mi vida - y que siga así -.

    Después volvimos al coche, yo todavía con el susto en el cuerpo, y obligué a Angela a que estuviera callada todo el viaje porque me la veía venir y todavía se liaba antes de llegar a la estación. Por fin nos bajamos del taxi y fuimos en el coche de Young hasta Shanwai.

    El gachón coreano fue riéndose de mí todo el camino por mi cague tan bestia. Yo le dije que cómo era posible que él no hubiera pasado miedo con la situación tan extraña que acabábamos de pasar. Y me acuerdo que me dijo: "si esto te pasa en España, en Corea del Sur, Japón u otro país del mundo, es probable que termines muy mal. Pero estamos en China. En otro sitio te llevan a un descampado y mínimo te roban, y más siendo extranjeros. Aquí lo hacen para que subas de manera irregular a un autobús. Pero no hay más", y empezó a hablarme de lo tranquilos que son los chinos, que aquí no hay que tener miedo y blabla. Después me dijo que él había estado viviendo en Nueva Delhi y que una vez hubo un atentado en un restaurante donde él estaba comiendo y que ya nada le asustaba. De todos modos, yo creo que este hombre la tranquilidad ya la traía de fábrica. Dios santo qué temple.

    Y, bueno, Manuel llegó sano y salvo a Qingdao, y a nosotros nos quedó una buena anécdota que contar, ¿a qué sí?

    ¡Besitos y gracias por leerme! ^^




    


P.D. Llevo súper mala desde el lunes por la noche y soy un alma en pena V_V. El sábado salí y se ve que con el ciego el pavo no me di cuenta del frío que hacía y pillé una buena. Como que he estado dos días sin poder trabajar porque no me podía mover :(. Os lo cuento para enseñaros esto:


¡Medicina china!

fui al hospital y, además de mandarme dos cajas de pastillas más (porque ya estaba tomando ibuprofenos y algidol V_V), me recetaron medicina china tradicional :O. Ese "Banlangen keli" está hecho con raíces de sándalo y se disuelve en agua. Tengo que tomarlo cuatro veces al día y está súper dulce. Aunque al principio me gustaba, la verdad es que ya lo he aborrecido >_<. En fin, a ver si me curo ya. 

     Y na', lo de las medicina tradiconal es una tontá, pero me hacía ilusión contarlo. Fijaos como está el nivel que es lo más excitante que he hecho en toda la semana jajaja.

   

7 dic 2016

Frío que no llega - y que no llegue -, cena de acción de gracias, y ¡queso!

¡Hola!

    Este invierno está siendo mucho menos frío que el año pasado, así que estoy súper contenta ^^. Temía enormemente la bajada de temperatura porque de verdad que no estoy preparada psicológicamente. Y no es una exageración. El año pasado ya tuve un invierno de ocho meses y me entraban ganas de llorar nada más de pensar que tenía que pasar otra vez por lo mismo.

    Por suerte, en lo que va de otoño, sólo hemos tenido un día malo-malo, en el que llegamos a los -3º. Sólo fue un día, pero ese momento en el que cuatro andaluces pelaos de frío cruzaron la universidad, entre alaridos, en medio de un viento tan helado que hacía daño, da para una novela épica.

    La pena es que aún no ha nevado como el año pasado - qué bonita es la nieve <3 -, pero lo prefiero. De verdad. No quiero frío. Si acaso, como el 12 de enero vuelvo a Málaga, que nieve el 10 para disfrutarla un poco :D

    En cuanto mi vida de aquí, sigue igual de tranquilita. Entre semana, por las mañanas, doy clase de español y estudio chino; y las tardes, las paso en la oficina. Los fines de semana hemos instaurado la bonita tradición española del botellón y es, también, cuando aprovechamos para salir al mundo exterior - fuera del campus -.

    Como novedad, durante el mes de noviembre me pidieron que revisara las clases de algunos profesores (tres de español y tres de ruso). Para ello, me dieron un cuaderno con hojas especiales en las que estaban escritos los diferentes parámetros que tenía que tener en cuenta. Mi misión era llegar al aula, quedarme sólo a la primera parte (las clases aquí suelen estar divididas en dos secciones de 45 minutos), y dar mi opinión acerca de cómo impartían la lección.

    Tuve todo el mes para hacerlo, pero como buena española que soy y medio china que me considero - para lo que me conviene xD -, lo dejé todo para el último momento y me tuve que tragar las seis clases en dos días T_T. 

    Por otro lado, hace un par de semanas (el 24 de noviembre), se organizó en la uni la Cena de Acción de Gracias. 



    Durante esa semana tuve que explicarle a 20 mil chinos que no, que en España no se celebra, que por ser "fiesta extranjera" no quiere decir que se haga en todo el mundo occidental - me pasó igual cuando me pidieron que organizara Halloween, como si desde pequeñita yo hubiera cortado calabazas con mis padres ese día -.


    La cena fue cutrecilla - sobre todo teniendo en cuenta que el año pasado uno de los profesores de francés cocinó un pavo con un relleno que era para llorar de lo bueno que estaba - pero bueno, al menos se toman la molestia de organizar algo así.

    Al día siguiente, tuvimos cena italoespañola en casa de Lola y Fidel. Con la cosa de las ofertas de Taobao del 11 de noviembre, a Fidel se le fue un poco la mano y compró comida para un regimiento, así que decidió compartirla con nosotros ^^.

Fijaros en las tostadas con aguacate, tomate y aceite de oliva <3 , y ¡boles llenos de queso!

    A la cena fuimos nuestro grupillo de profes extranjeros y un par de estudiantes chinos. 

    Y yo fui muy feliz. 

    Por esto:


Hay un poco de pasta en mi queso 

     ¡¡Quesooooo!! ¡¡En China!! T_T Además, ¡roquefort! <3 iba a morir de felicidad. Qué cena más buena, madre mía.

Siento la calidad de esta foto. Me la pasaron por wechat

    No sé si lo he mencionado antes, pero a los chinos no les suele gustar el queso. ¿Que por qué? Eso les pregunté el curso pasado a todo chino conocido cuando me enteré de semejante blasfemia. "Porque no tiene sabor" fue la respuesta más común. ¡¿Que no tiene sabor?! Todavía me hundo y hago un facepalm en toda regla cuando lo pienso. ¿Que os coméis las patas de los pollos y el cuello de los patos y ahora el queso está malo y/o no tiene sabor? En serio, lloro.

    Yo soy una amante del queso - creo que ha quedado claro jaja-. Tú ponme cualquier cosa con queso y la devoro. Hasta las patas de pollo si hace falta. Soy un ansia con el queso. Si algún día quedáis conmigo para comer y pretendéis que compartamos una provoleta... JA. Pediros una para vosotros porque la de en medio me la acabo cargando yo xD.

    Desde el queso blanco al de cabrales. Me encantan. ¿La pasta con queso parmesano?  Puff... parmesano con pasta, mejor. De esto que te metes los macarrones en la boca y están súper secos por culpa del queso, que hasta cuesta tragarlo, pero ¡ay! qué bueno, madre mía.

    Se nota que echo de menos el queso, ¿no? xD Ya paro. Pero es de las cosas que llevo peor en China, en realidad. 

    En fin, por ver su reacción, les dimos a probar a nuestros estudiantes el queso roquefort. Si el queso normal no les gusta, imaginaros este... Que a ver, esto ya lo entiendo porque hay muchos a los que ese queso no le gusta. Y los pobres ponían una carilla... nos veían a nosotros con todo el ansia y a ellos les parecía tan asqueroso... Lo probaron solo una vez, de hecho. E incluso una de las chicas dejó casi entero su plato de pasta con pesto y parmesano. ¿No os llama la atención lo diferente que son los gustos? A lo mejor es que soy una flipada de la vida, pero me encanta ver lo que marca una nacionalidad y lo diferente que somos, (en este caso, con respecto a la comida). Yo me hubiera comida la olla de pesto si me hubieran dejado y ella lo rechaza, pero es capaz de comerse un plataco de cabezas de pato picantes. No sé, como dirían mis alumnos "es muy interesante"* (explicación al final de la entrada).

    Y, para terminar, ¡ha venido otra profe española! Se llama Candela y es de Almería, aunque viene a dar francés. Con la tontería, vamos a montar una colonia andaluza aquí (ya somos cinco).


Las profes en el coreano favorito de Lucía y yo


    El otro día vino Fernando, un estudiante que terminó el año pasado al que le tengo muchísimo cariño y que siempre se ha portado muy bien conmigo. Terminamos esa noche él y yo, los profes extranjeros y una alumna dándolo todo en un karaoke. Hubo un par de momentos en el que la liamos bastante pero estuvo bastante bien. 

    Al día siguiente le pregunté a la alumna si se lo había pasado bien y me dijo "¡Claro! en China vamos al karaoke pero anoche era diferente; anoche fue una locura".  Creo que traumamos un poco a la pobre... jaja.

    ¡Y eso es todo por hoy! Qué rato más apañao de lectura os habéis tirao. ¡Besitos!






* Creo que nunca lo he mencionado: nuestros estudiantes - sin excepción - utilizan "interesante" como palabra comodín para describir cualquier cosa.