31 may 2015

2.04%



    He vuelto a estar un montón de días sin publicar porque no he tenido mucho tiempo. Bueno, por eso, y porque he tenido otro de mis momentos de hundimiento-reflexión noséquéhacerconmivida y no me apetecía escribir sobre ello.

    El pasado viernes 22, los medios publicaron que, según datos provisionales, 80.814 son las solicitudes de aspirantes para cubrir los 3.280 puestos que el Servicio Andaluz de Salud ha sacado a concurso oposición.

    A lo importante. Para trabajar como administrativo, nos hemos inscrito 5.166 personas. Con los pocos datos que daba la noticia, me puse a hacer reglas de tres - lo mío es vicio - para saber cuál es la posibilidad de conseguir una de las 101 plazas. Os lo digo: un 2.04%.

    Aunque, en realidad, esa cifra no diga nada (dudo que esos 5.000 aspirantes se presenten al examen al igual que dudo que 80.000 personas estén encerradas en su casa estudiando a tope hasta octubre), me hizo plantearme si debería seguir adelante o si debería dejarlo.

    Así que durante estos días he estado dándole vueltas a esa famosa pregunta que parece que me la llevo haciendo durante años una media de dos veces por trimestre: ¿qué hago?

    Por un lado, pensé en dejar de trabajar en el supermercado en el que estoy para dedicarme únicamente a estudiar. Tengo ocho meses de paro, así que podría dedicarme en cuerpo y alma al estudio para quedar en el puesto más alto posible. La pega es que me cerraría las puertas para siempre en el Merca y, siendo francos, es prácticamente imposible que consiga una plaza en el SAS. Dan 40 puntos por tener experiencia como interino, así que incluso en el improbable caso de que yo sacara un 95 en el examen, una persona que obtenga un 60  en el test y que tenga esos 40 puntos de interinidad me pasa por encima. De hecho, miré la nota de corte de la última oposición del año 2007 y la última persona en entrar tenía un 99.198 de nota.

    La historia es que también estoy quemada de trabajar como cajera, dependienta y sucedáneos. Justo ayer se lo comentaba a mis niñas Erasmus por Whatsapp:




    y si no hago algo diferente, si en algún momento no digo "hasta aquí" ¿hasta cuándo voy a estar en este círculo vicioso de trabajos para los que estoy sobrecualificada?


    Pero claro, volvemos a lo de siempre: es un trabajo, está bien pagado, cotizo por las horas que hago ¿lo voy a perder por un 2.04%? ¿y si no consigo la plaza?, ¿después qué? Porque, por ejemplo, cuando dejé de trabajar en Primor sentí que había hecho lo correcto pero, en la semana que pasó hasta que me llamaron de Okaïdi para trabajar, me cuestioné 20 mil veces si había hecho bien dejando un trabajo sin tener otro asegurado y me sentí bastante mal conmigo misma por tener "tan poco aguante".

    No sé. A veces me entra el ramalazo de decir "voy a sacar todo lo que tengo ahorrado en el banco, voy a coger el Pilucar, tirar millas p'arriba y recorrerme media Europa". Supongo que los discursitos americanos de YouTube tienen parte de culpa, pero a veces me pregunto dónde está esa Pili con ganas de vivir, que era optimista, que le pasaban mil cosas, que conocía gente rara, que decidía irse a Palermo a trabajar en una asociación antimafia de una semana para otra, que creía que podía ser lo que quisiera, que no veía límites. La pregunta es un poco triste, pero ¿en qué momento se me hizo aburrido vivir?

    Volviendo a los americanos, me siento como el prota al que las cosas le van mal hasta que pasa algo y es el rey del mambo. Así que supongo que sólo me queda esperar a que me pique una araña radiactiva, hacerme amiga de un pez llamado Dory o cocinar metanfetamina. 







    P.D. Para las 93 plazas de auxiliar administrativo se han presentado la burrada de 10.378 personas, así que ya no me siento tal culpable por no haberme podido inscribir.
 


17 may 2015

Quien no se consuela...

    Dice el refrán que quien no se consuela, es porque no quiere.

    Llevo cuatro días trabajando en Mercadona y estoy muy contenta. Aunque estoy reventada físicamente, eso sí. A día de hoy no conozco ningún sitio donde se trabaje tanto como allí, pero lo bueno que tiene es que las horas se te pasan voladas.

    Justo el día que empecé, me encontré en la cola a un compañero de la carrera que ni siquiera vive por esa zona (las casualidades de la vida). A él, por fin, le van bien las cosas. Y digo "por fin" porque me consta que ha estado muchísimos años trabajando de becario hasta que por fin le han ofrecido este trabajo decente en el que está ahora.

    Me pregunto qué sintió cuándo me vio: si se sintió de algún modo victorioso o si le dio pena verme como cajera. Tengo la enorme suerte de adaptarme a cualquier tipo de trabajo y conseguir que me guste a los pocos días, pero no puedo evitar sentirme como una fracasada frente a los que sí han conseguido triunfar en lo suyo. Con "triunfar", me refiero a trabajar de lo que se ha estudiado.

    Hace más de medio año, me encontré a una chica con la que hice el Erasmus en Roma y que también es periodista. Ella volvió a la capital italiana a trabajar de lo suyo, luego trabajó en Irlanda y no sé muy bien qué hace ahora mismo pero por Facebook veo que cada dos por tres está de viaje. Y no me malentendáis; yo me alegro muchísimo por ella porque es muy buena persona. Pues me la encontré en Málaga de casualidad, como os decía, y nos contamos un poco cómo nos iba. Yo, por aquel entonces, trabajaba en Marks&Spencer y era bastante feliz porque me gustaba mucho mi trabajo. Ella me contó que trabajaba en el departamento de comunicación de una conocida empresa sevillana y no pude evitar venirme abajo nada más que me despedí de ella. Venirme abajo de ponerme a llorar en mitad de la calle, vaya.

    Pero bueno, lo que más me gusta de trabajar como cajera en Mercadona es la cantidad de gente que conozco al día. Creo que puedo saludar cada día a más de 100 personas y, como muchas de ellas compran casi diariamente, al final siempre se crea una especie de "confianza" cajera - cliente que es bastante bonito.

    Este es el tercer Mercadona en el que he trabajado. La primera vez estuve en un barrio obrero de Torremolinos; la segunda, en una zona muy turística de la Cala de Mijas; y ahora, me encuentro en una zona universitaria de Málaga. Es muy curioso cómo el tipo de cliente es súper diferente entre un supermercado y otro. 

    Ya desde mi primera tienda, me di cuenta cómo casi podías adivinar algunos rasgos de la personalidad o de la vida del cliente según su compra. Sabías que una señora mayor cuidaba de su nieto cuando te encontrabas entre caldos de pollo y "preparados para cocido" unos yogures de "mi primer Danone" o unos Dodotis. Sabías que ese treintañero vivía sólo, que probablemente comía más de una vez en casa de su madre y  que, además, era un fucker, cuando semanalmente siempre compraba lo mismo: productos precocinados y condones.

    Este primer Mercadona fue duro porque estaba en una zona regulera de Torremolinos. Que me perdonen los políticamente correctos, pero había un montón de marroquíes, muchos gitanos y muchos torremolinenses barriobajeros. En ese Mercadona nos robaban a dos manos, me llegaron a insultar y un señor hasta me hizo llorar una mañana (menos mal que una jauría de señoras mayores que estaban en la cola y me apreciaban le pararon los pies). Sin embargo, fui la confidente de muchas señoras mayores que hacían la compra, de esas que te pagan con el billete arrugado que tienen metido en el sujetador, y eso no lo cambio por nada. No faltaba la clásica que yo le recordaba a su nieta, la que se quejaba del marido y la que tenía a su hijo cuarentón en casa porque "ahora, a la pechá de años, ¿po no le dice la mujé que ya no lo quiere?".

    Durante los cuatro meses que trabajé allí, fui una especie de cajera-psicóloga para muchas. A mí, que ya he dicho que me encanta hablar, me da mucha pena las personas que sientes que tienen necesidad de hablar. Que sabes que están solas y que les gustaría contarle sus cosillas a alguien pero, o no tienen a nadie alrededor o, si lo tienen, las ignoran. Así que yo siempre las escuchaba todo lo que me permitía la paciencia del siguiente cliente - que, lógicamente, solía ser poca - y se ponían súper contentas cuando estaban solas en la cola y tenían tiempo de sobra para charlar.

    Un par de días antes de que terminara mi contrato, yo fui avisando a estas señoras de que me iba a ir. Mi sorpresa fue mayúscula cuando una buscó a la coordinadora del supermercado para decirle que yo "no me podía ir"; otra, incluso, me trajo dos estampitas de santos para que volviera pronto a ese supermercado y, si no, "que me fuera muy bien en la vida"  y me partió el corazón una señora de 80 y pico años que se me puso a llorar y me dijo que me echaría mucho de menos porque me había convertido en su amiga y que "qué iba a hacer ella ahora".

Todavía guardo los santos en el mismo sobre de Endesa que me trajo una de las señoras

    Trabajar en un supermercado que tiene tanto éxito hace que tengas doscientas mil anécdotas a la semana que contar, porque te puede pasar de todo, como con la señora loca que me tocó anteayer:

    Piluki - 2.79, por favor.
    Señora - Toma, te doy 2.80. Y DEVUÉLVEME EL CÉNTIMO, ¿EH?
    P - Sí, un segundo que se lo doy con el ticket. Aquí lo tiene.
    Y, de pronto, al más puro estilo modaba salta:
    S - ¡¡ESTO NO LO QUIERO PA' NA'!!
    Y me tira el céntimo con toda la maldad a la papelera.

    Ya os seguiré contando las cosillas que me pasan, que de nuevo me he pasado de largo escribiendo en la entrada de hoy :$ ¿Y vosotros? ¿Tenéis alguna anécdota que os haya pasado con algún cliente?

Un millón de besos.



12 may 2015

Ironía

 
    Ayer ya mencioné que perdí mi último trabajo por "desavenencias" con la encargada. Hasta este sábado, yo trabajaba en Okaïdi, una tienda de ropa infantil situada en La Cañada, el mismo centro comercial donde se encuentra otro de mis anteriores trabajos (estaba a menos de 15 metros, de hecho).

    Ayer por la tarde volví a la tienda, ya que le había prometido a una de mis tias que acaba de tener un bebé que le compraría un trajecito para este verano. Además que, trabajando allí, le envié a mi madre una foto de una ropita de bebé para un compromiso que ella tenía con una compañera de mi padre que acababa de ser mamá. Total, era un poco raro entrar a comprar justo en la tienda que me había echado tres días antes, pero como es un hecho que la ropa es buena y a buen precio - y me aseguré que la encargada no estuviera - pues allí que fui.

    Justo estaba hablando con mis compañeras de "hay que ver, qué fuerte que te hayan echado. No lo entiendo", cuando recibí una llamada de teléfono. Era del conocido supermercado donde medio Marks&Spencer me veía trabajando antes de tiempo. Así es, la casualidad o el destino, que es muy gracioso, quiso que en la misma tienda donde me habían despedido recibiera una llamada en la que me ofrecian trabajo para mañana miércoles.

    Es para cubrir una baja y no sé por cuánto tiempo será. Esta tarde tengo que llamarles y supongo que me darán más información. Es en Málaga, así que viviré seguramente con mis padres estas semanas (algunos ya sabéis que tengo una casa alquilada en Ojén, pero no tiene mucho sentido que me quede allí cuando mis padres viven a 10 minutos en metro de ese Mercadona). Justo ayer por la mañana llamé al casero para decirle que me quedaba hasta el 30 de junio, fecha límite para no perder la fianza, así que en un principio mantengo la casa hasta entonces aunque ni siquiera sé si volveré a vivir allí.

    Es curioso cómo puede cambiar todo en un par de horas. De estar "amargada", sin trabajo de nuevo, a tener la oportunidad de comenzar en otro  sitio. Lo cierto es que he tenido cuatro trabajos diferentes en cinco meses. ¿Eso es tener mala o buena suerte?


    P.D. He hecho esta publicación desde el móvil, así que espero no haber cometido muchos fallos, porque editar desde aquí es un rollo.

11 may 2015

Frustración


frustrar.
(Del lat. frustrāre).
1. tr. Privar a alguien de lo que esperaba.

    Llevo varias semanas sin escribir porque no me salía nada "positivo" y no quiero que este blog se convierta en confesiones de una amargada o algo así. 

    La verdad es que me siento insatisfecha con mi vida en general y hay veces que lo sé llevar bien pero otras, como todos estos días atrás, que la situación me supera.

    Me siento mal conmigo misma porque no sé hasta qué punto no he encontrado lo que busco por cómo está la situación o porque no sé hacer las cosas bien. A menudo siento que estoy todo el día quejándome en vez de ponerme las pilas y, a ratos, veo que me trato de forma muy injusta.

    Quisiera que las cosas se enmendaran y que empezara a irme "bien". Siempre he sido muy risueña y soy la primera que odia verse en esta situación. Siempre me ha gustado el cachondeo, estar alegre porque sí y pasar horas sin parar de hablar. Y de pronto siento que todo lo que sale de mi boca son quejas o lamentaciones.

    Quiero pensar que toda esta "frustración" es lo que me va a ayudar a prepararme las oposiciones. Que, aunque sea casi imposible, voy a conseguir una de las plazas de administrativa que se ofertan y mi vida va a cambiar para mejor a finales de este año.

    Mi vida y la de mi novio. Que hace unos días se fue a Asturias a vivir a ver si allí le sonríen las cosas, porque aquí en Málaga no encuentra nada decente desde que perdió su anterior trabajo en enero. Sólo lo han llamado de dos bares desde entonces y en el primero no le concretaron cuántas horas semanales echaría (más de 40 seguro), pero sólo lo aseguraban cuatro horas. Como era un bar que acababa de abrir, le comentó que incluso los primeros meses era difícil que pudiera pagarle. En el segundo bar, le pagaban 1000 euros al mes, lo aseguraban 20 horas semanales, pero tenía que trabajar seis días a la semana, nueve horas cada día y a turno partido.

    Llevamos siete años saliendo juntos. Algún día nos gustaría permitirnos el poder tener nuestra propia casa, tener niños (quisieramos tener tres, aunque ya lo damos por imposible). Decidme cómo vamos a poder conseguirlo cuando él tiene que emigrar a la otra punta de España para poder trabajar y yo acabo de perder un trabajo por decirle a la encargada que no me parece justo que me haya contratado por 16 horas cuando en la entrevista me dijo que serían 20. Ya no se puede ni hablar. Por eso comencé este blog. Porque tengo demasiada frustración que tiene que salir por algún lado. Aunque suponga quedar como una amargada, muy a mi pesar.