Hola,
hoy quería publicar acerca de lo que he hecho estas dos
últimas semanas, pero voy a aplazarlo porque quisiera contaros
algo que me pasó ayer.
Como habréis visto en mi blog, siempre he hablado muy bien
de los chinos – y con motivo -. Son serviciales, son muy agradables, son
inocentes, te ayudan sin dudarlo cuando lo necesitas… Nunca me he quejado de
ellos salvo cuando me ponen nerviosa por lo desorganizados que son trabajando.
Pero, aparte de eso, siempre han sido un encanto conmigo y he dicho un millón
de veces que adoptaría a unos cuántos y me los llevaría a Málaga.
Yo ya había escuchado varias veces que son muy pasotas
cuando ven a un desconocido pasándolo mal. Quizás muchos visteis aquella imagen
que no paró de salir en la televisión hace varios años en la que una niña es
atropellada por varios coches sin que nadie corra a ayudarla. A mí una profe
extranjera también me contó que una vez vio como una chica le pegaba una paliza
a otra y nadie hizo nada por detenerla, ella fue la única que intentó parar la
escena. Y es verdad que, un par de veces, he visto como a alguien se le ha caído
algo – en la calle o en el supermercado – y he sido la única que me he agachado
a ayudarle a recoger. Pero, no sé, como tengo esa imagen de dulzura de los
chinos, me costaba creer que fueran capaces de no hacer nada ante el
sufrimiento ajeno.
Hasta ayer.
Ayer, en un grupo de wechat – el whatsapp chino – en el que
estoy metida aunque no conozco ni a la mitad que están allí, un chico compartió
un par de vídeos y una foto en la que se ve una chica siendo apuñalada en mitad
de la calle. En el primer vídeo, se ve como un chico la apuñala varias veces en
el abdomen. En el segundo, aparece el chico siendo detenido por la policía y,
al fondo, el cuerpo de la joven tirado en el suelo, en un gran charco de
sangre, y rodeada de algunos médicos que intentan inútilmente salvar su vida.
En la foto – sin ninguna censura - está la chica ensangrentada, con los ojos
abiertos pero ya sin vida, y con las tripas asomándole por el vientre. Una bestialidad. Una burrada de carnicería.
Pregunté por el grupo – en inglés y en español – qué era
eso, porque de verdad que esperaba que alguien me dijera que se trataba de una
película. Como la mayoría de participantes eran chinos, nadie me contestó. Y
estuve toda la noche dándole vueltas.
Lo peor no era la crueldad de las imágenes, que lo era y
muchísimo: la chica intentando inútilmente defenderse, el chico clavándole cada
puñalada con tantísima maldad, los médicos intentando reanimarla sin éxito, el
cadáver de la chica con sangre por todos lados, con la barriga tan hinchada a
causa de las vísceras que salían de ella que parecía que estaba embarazada. Lo
peor no era todo eso. Lo terrible era pensar que una treintena de personas
estaban ahí mientras el chico la apuñalaba y nadie hizo NADA. Que la gente grababa con su móvil en vez de
ayudarla. Gente mirando la escena, gritando, y con el puto móvil en alto. Nadie
hizo nada. Es horroroso. No puedo quitármelo de la cabeza. Y sí, lo sé. El
mundo es un lugar horrible. En todos lados muere gente y nadie hace nada, etc,
etc. No necesito que me alumbréis con eso ahora mismo.
Hoy, en clase, le conté a mis alumnos lo que había visto y
les pedí que me buscaran si de verdad había pasado o no. Y ha pasado. En
concreto, el pasado día 12 en Lijiang (Yunnan). La noticia no daba mucha
información, y mis alumnos sólo me pudieron decir que la chica había sido
asesinada porque “ella estaba enamorada de otro hombre”.
Decidí meterme en camisa de once varas y preguntarles por
qué nadie había ayudado a la chica, y me dijeron que eso era normal. Que el
chico podría haberlos matado.
- ¡Pero si había más de 30 personas! ¡Sólo se necesitan tres
para parar a ese hombre!
Les dije que me parecía muy cobarde la actitud. Muy triste. Estaban
matando a una chica y nadie hacía nada por ella.
- ¿Es que en España es diferente? – me preguntó una chica,
con cierta chulería que me sentó bastante mal. Sobre todo porque le tengo
bastante estima y no me esperaba esa frialdad en ella.
- ¡Claro que es diferente!
En España hay gilipollas que también se pondrían a grabar.
Pues claro. Pero era una treintena de personas. Alguien correría a socorrer a
esa chica.
Intenté relajarme porque, de la mala hostia impotencia que me estaba entrando, me estaba saliendo un discurso en el que los
españoles teníamos una moral intachable y los chinos eran unos mierdas. Pero me
sentía tan mal que tenía ganas de llorar.
Todos se encogían de hombros ante mis preguntas y coincidían
en que tampoco hubieran hecho nada. Algunos, al menos, decían que estaba mal
grabarlo. Eso es lo más que obtuve.
En un momento yo les dije:
- Si quieres usar el móvil, llama. Llama a la policía. Pero no
grabes.
- Bueno, quizás otro hombre llamó a la policía y por eso los
demás grababan – me contestó un alumno, como razonándome el que grabaran.
En serio. No sabéis qué mal me he sentido esta mañana.
Como último intento, sólo añadí:
- Pero imaginad que esa chica hubiera sido vuestra madre, o
vuestra hermana. Imaginad que la están matando delante de muchísimas personas y
nadie hace nada. La gente sólo la graba con el móvil. ¿Os parecería bien? ¿No
os gustaría que la ayudaran?
Y se quedaron callados. Pude ver como en algunas de esas
cabezas estaba ocurriendo un cortocircuito. Como si hubieran caído en que esa
persona que no les importaba, pudiera importar a alguien. Creo que la sombra de
la empatía pasó un poco por su mente. O eso quiero pensar.
- Eres muy simpática – fue todo lo que me dijo una alumna.
Y
así terminó la conversación.
Es muy fuerte lo que cuentas!! Seguro que en España habría mucha gente mirando y hasta grabando, pero otros habrían intervenido para ayudar a la chica. A veces la mala costumbre de meternos donde no nos llaman, está sobradamente justificada.
ResponderEliminarEs muy duro... el chico estaba de espaldas a toda la gente que lo estaba mirando. Cualquier podría haber llegado por detrás y detenerlo.
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