15 nov 2016

La parte menos amable de China

Hola,

    hoy quería publicar acerca de lo que he hecho estas dos últimas semanas, pero voy a aplazarlo porque quisiera contaros algo que me pasó ayer.

    Como habréis visto en mi blog, siempre he hablado muy bien de los chinos – y con motivo -. Son serviciales, son muy agradables, son inocentes, te ayudan sin dudarlo cuando lo necesitas… Nunca me he quejado de ellos salvo cuando me ponen nerviosa por lo desorganizados que son trabajando. Pero, aparte de eso, siempre han sido un encanto conmigo y he dicho un millón de veces que adoptaría a unos cuántos y me los llevaría a Málaga.

    Yo ya había escuchado varias veces que son muy pasotas cuando ven a un desconocido pasándolo mal. Quizás muchos visteis aquella imagen que no paró de salir en la televisión hace varios años en la que una niña es atropellada por varios coches sin que nadie corra a ayudarla. A mí una profe extranjera también me contó que una vez vio como una chica le pegaba una paliza a otra y nadie hizo nada por detenerla, ella fue la única que intentó parar la escena. Y es verdad que, un par de veces, he visto como a alguien se le ha caído algo – en la calle o en el supermercado – y he sido la única que me he agachado a ayudarle a recoger. Pero, no sé, como tengo esa imagen de dulzura de los chinos, me costaba creer que fueran capaces de no hacer nada ante el sufrimiento ajeno.

    Hasta ayer.

    Ayer, en un grupo de wechat – el whatsapp chino – en el que estoy metida aunque no conozco ni a la mitad que están allí, un chico compartió un par de vídeos y una foto en la que se ve una chica siendo apuñalada en mitad de la calle. En el primer vídeo, se ve como un chico la apuñala varias veces en el abdomen. En el segundo, aparece el chico siendo detenido por la policía y, al fondo, el cuerpo de la joven tirado en el suelo, en un gran charco de sangre, y rodeada de algunos médicos que intentan inútilmente salvar su vida. En la foto – sin ninguna censura - está la chica ensangrentada, con los ojos abiertos pero ya sin vida, y con las tripas asomándole por el vientre.  Una bestialidad. Una burrada de carnicería.

    Pregunté por el grupo – en inglés y en español – qué era eso, porque de verdad que esperaba que alguien me dijera que se trataba de una película. Como la mayoría de participantes eran chinos, nadie me contestó. Y estuve toda la noche dándole vueltas.

    Lo peor no era la crueldad de las imágenes, que lo era y muchísimo: la chica intentando inútilmente defenderse, el chico clavándole cada puñalada con tantísima maldad, los médicos intentando reanimarla sin éxito, el cadáver de la chica con sangre por todos lados, con la barriga tan hinchada a causa de las vísceras que salían de ella que parecía que estaba embarazada. Lo peor no era todo eso. Lo terrible era pensar que una treintena de personas estaban ahí mientras el chico la apuñalaba y nadie hizo NADA.  Que la gente grababa con su móvil en vez de ayudarla. Gente mirando la escena, gritando, y con el puto móvil en alto. Nadie hizo nada. Es horroroso. No puedo quitármelo de la cabeza. Y sí, lo sé. El mundo es un lugar horrible. En todos lados muere gente y nadie hace nada, etc, etc. No necesito que me alumbréis con eso ahora mismo.

    Hoy, en clase, le conté a mis alumnos lo que había visto y les pedí que me buscaran si de verdad había pasado o no. Y ha pasado. En concreto, el pasado día 12 en Lijiang (Yunnan). La noticia no daba mucha información, y mis alumnos sólo me pudieron decir que la chica había sido asesinada porque “ella estaba enamorada de otro hombre”.

    Decidí meterme en camisa de once varas y preguntarles por qué nadie había ayudado a la chica, y me dijeron que eso era normal. Que el chico podría haberlos matado.

    - ¡Pero si había más de 30 personas! ¡Sólo se necesitan tres para parar a ese hombre!

    Les dije que me parecía muy cobarde la actitud. Muy triste. Estaban matando a una chica y nadie hacía nada por ella.

    - ¿Es que en España es diferente? – me preguntó una chica, con cierta chulería que me sentó bastante mal. Sobre todo porque le tengo bastante estima y no me esperaba esa frialdad en ella.

    - ¡Claro que es diferente!

    En España hay gilipollas que también se pondrían a grabar. Pues claro. Pero era una treintena de personas. Alguien correría a socorrer a esa chica.

    Intenté relajarme porque, de la mala hostia impotencia que me estaba entrando, me estaba saliendo un discurso en el que los españoles teníamos una moral intachable y los chinos eran unos mierdas. Pero me sentía tan mal que tenía ganas de llorar.

    Todos se encogían de hombros ante mis preguntas y coincidían en que tampoco hubieran hecho nada. Algunos, al menos, decían que estaba mal grabarlo. Eso es lo más que obtuve. 

    En un momento yo les dije:

- Si quieres usar el móvil, llama. Llama a la policía. Pero no grabes.

- Bueno, quizás otro hombre llamó a la policía y por eso los demás grababan – me contestó un alumno, como razonándome el que grabaran.

    En serio. No sabéis qué mal me he sentido esta mañana.

    Como último intento, sólo añadí:

- Pero imaginad que esa chica hubiera sido vuestra madre, o vuestra hermana. Imaginad que la están matando delante de muchísimas personas y nadie hace nada. La gente sólo la graba con el móvil. ¿Os parecería bien? ¿No os gustaría que la ayudaran?

    Y se quedaron callados. Pude ver como en algunas de esas cabezas estaba ocurriendo un cortocircuito. Como si hubieran caído en que esa persona que no les importaba, pudiera importar a alguien. Creo que la sombra de la empatía pasó un poco por su mente. O eso quiero pensar.

    - Eres muy simpática – fue todo lo que me dijo una alumna. 

    Y así terminó la conversación.

2 comentarios:

  1. Es muy fuerte lo que cuentas!! Seguro que en España habría mucha gente mirando y hasta grabando, pero otros habrían intervenido para ayudar a la chica. A veces la mala costumbre de meternos donde no nos llaman, está sobradamente justificada.

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    1. Es muy duro... el chico estaba de espaldas a toda la gente que lo estaba mirando. Cualquier podría haber llegado por detrás y detenerlo.

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