9 ago 2015

Accidente de autobús

    Estos últimos días han sido muy intensos emocionalmente hablando, así que he preferido dividirlo en dos entradas.

    Este jueves fui con mi novio a pasar un par de días al pueblo de mi abuela, situado en la provincia de Granada.

    Mientras íbamos para allá, por la A-92, vimos como de pronto los coches empezaban a frenar y como se levantaba una nube de polvo un poco más adelante. "Aquí ha pasado algo", dijo mi novio, que era quien conducía. "Ay, David, ten cuidado que hay un camión volcado ahí delante".

    Un camión estaba tumbado en mitad de la carretera, ocupando gran parte de ésta, salvo la mitad del carril derecho y el arcén, por donde iban pasando, lentamente, el resto de vehículos. Cuando estuvimos más cerca, vimos lo que parecía ser un autobús volcado en la mediana. "David, por dios, para, para donde sea. Esto acaba de pasar". Otros coches también se detuvieron en el arcén derecho y sus ocupantes cruzaban la autovía en dirección al autobús. Tuvimos cuidado al cruzar y descubrimos horrorizados que había gente atrapada en el autobús, varios de ellos sangrando. Mi novio volvió al coche a por agua y pañuelos mientras yo me quedé allí, inmóvil, viendo como varias personas golpeaban el cristal delantero para intentar sacar a los viajeros atrapados. 

    Primero salió una chica, temblando de pies a cabeza, con sangre por todo el cuerpo pero otra mujer y yo la examinamos y nos dimos cuenta de que esa sangre no era suya; afortunadamente, no estaba herida. Intenté hablar con ella, pero estaba muy nerviosa y quería que la dejara sola. "Yo estoy bien" decía, "pero dentro hay una mujer con la muñeca abierta y creo que no puede salir. Yo estoy bien", repetía. Le ofrecí mi móvil, por si quería llamar a alguien, pero me dijo que no, que hasta que no se tranquilizara no quería llamar a nadie.

    "Oye", apareció mi novio por detrás, "Hay italianos. Ve a hablar con ellos". Dejé a esta chica con la otra mujer y me acerqué donde estaba una señora italiana, con varias heridas. Intenté hablar con ella, pero de los nervios me salió una mezcla de itagnolo y la señora no parecía escucharme. Ni a mí ni a otro chico español que estaba a su lado y le decía "Bene? señora, ¿está bene?". La señora estaba en shock. Se sacó varios trozos de cristales del pie, casi sin pestañear, como un autómata. Su pie sangraba, y su pierna, y su frente, y su brazo. Como si hablara para ella misma dijo "¿Tengo algo en la cabeza? me está cayendo sangre en el ojo". Pero no nos veía. Yo le ofrecí el agua y los pañuelos. Pero me sentía súper inútil. Quería ayudar, quería tranquilizarla, pero no sabía qué hacer. Le volví a insistir y le pregunté si se encontraba bien, si le dolía algo, y volvió en sí y me dijo que sí, que su brazo. Tenía varios cristales incrustados y  cortes profundos. Me preguntó que cuándo vendría la ambulancia. Le dije que pronto, pero no lo sabía; era lo que esperaba.

    De pronto, una señora mayor apareció a mi derecha, sangrando también y preguntándome qué tenía en la espalda. Se dio la vuelta y vi su camiseta hecha jirones. Le levanté con cuidado un trozo de su camiseta y vi un corte horizontal limpio, probablemente hecho por el quitamiedos, que le cruzaba toda la espalda. "¿Es grave?", me preguntó. "Nooo, no", le decía un señor mayor que se encontraba a su lado, supuse que era su marido, "no te preocupes, no es nada". Y ella me miraba a mí: "Dime la verdad, ¿qué tengo?". "Nada, nada, una piccola ferita" le mentí "davvero, molto piccola". Y su marido le decía "¿ves este arañacito que tienes en el brazo? Lo de la espalda es incluso más pequeño". Y ella respondía "No puede ser, me duele mucho. ¡¡Me duele!!". Y comenzó a llorar.

    Casi todos los ocupantes del autobús pudieron salir, salvo la chica que tenía la muñeca abierta. Alguien dijo que seguramente perdería la mano y la primera señora italiana con la que hablé rompió a llorar mientras que a otra chica, que no tenía ninguna herida, le dio un ataque de ansiedad y comenzó a llorar y chillar. Mi novio también vio a un hombre dentro del autobús que no podía salir. Yo no pude asomarme.

    Llegó la guardia civil y mi novio me preguntó si nos íbamos, porque varias personas que también se bajaron a ayudar ya se estaban marchando, y por miedo a que el tráfico se reanudara y no pudiéramos cruzar hasta nuestro coche. No supe qué hacer. No quería irme, pero me sentía inútil. Yo quería ayudar, pero no sabía cómo. Estaba enfrente del autobús, mirando a la gente sangrar, llorar, consolándose los unos a los otros. Mi agua se la había llevado un chico italiano y ya no me quedaban pañuelos. No quería irme, pero los demás lo estaban haciendo y si se reanudaba el tráfico no podríamos cruzar la autovía. Así que nos fuimos, pero estaba tan preocupada sobre lo que podría pasarle a la chica de la muñeca que envié varios tuits al periódico Ideal de Granada para que pudieran informarme.

    He estado siguiendo la noticia desde entonces y, de los tres pasajeros graves que hubo en el accidente, ella aún sigue ingresada y en estado muy grave. Fue operada de urgencias y sufre numerosos politraumatismos. El resto de viajeros fueron llevados a Granada y se les dio la opción de volver a Italia.

 
Noticia publicada en el Ideal (la foto que aparece la hice yo - se la mandé a mi tia para decirle que iba a llegar tarde y, posteriormente, la envié al periódico)


    El resto del camino prácticamente lo hicimos en silencio. Si hubieramos pasado un minuto antes, quién sabe si no nos hubiera pillado a nosotros. Además, me sentía muy mal conmigo misma por no haber podido hacer algo "útil".

    En fin, mañana cuento la segunda parte del viaje que, por suerte, es menos dramática.


1 comentario:

  1. Acabo de leer esta entrada... Qué horror y qué impotencia. Espero que esa chica se mejore.

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