He vuelto a estar un montón de días sin publicar porque no he tenido mucho tiempo. Bueno, por eso, y porque he tenido otro de mis momentos de hundimiento-reflexión noséquéhacerconmivida y no me apetecía escribir sobre ello.
El pasado viernes 22, los medios publicaron que, según datos provisionales, 80.814 son las solicitudes de aspirantes para cubrir los 3.280 puestos que el Servicio Andaluz de Salud ha sacado a concurso oposición.
A lo importante. Para trabajar como administrativo, nos hemos inscrito 5.166 personas. Con los pocos datos que daba la noticia, me puse a hacer reglas de tres - lo mío es vicio - para saber cuál es la posibilidad de conseguir una de las 101 plazas. Os lo digo: un 2.04%.
Aunque, en realidad, esa cifra no diga nada (dudo que esos 5.000 aspirantes se presenten al examen al igual que dudo que 80.000 personas estén encerradas en su casa estudiando a tope hasta octubre), me hizo plantearme si debería seguir adelante o si debería dejarlo.
Así que durante estos días he estado dándole vueltas a esa famosa pregunta que parece que me la llevo haciendo durante años una media de dos veces por trimestre: ¿qué hago?
Por un lado, pensé en dejar de trabajar en el supermercado en el que estoy para dedicarme únicamente a estudiar. Tengo ocho meses de paro, así que podría dedicarme en cuerpo y alma al estudio para quedar en el puesto más alto posible. La pega es que me cerraría las puertas para siempre en el Merca y, siendo francos, es prácticamente imposible que consiga una plaza en el SAS. Dan 40 puntos por tener experiencia como interino, así que incluso en el improbable caso de que yo sacara un 95 en el examen, una persona que obtenga un 60 en el test y que tenga esos 40 puntos de interinidad me pasa por encima. De hecho, miré la nota de corte de la última oposición del año 2007 y la última persona en entrar tenía un 99.198 de nota.
La historia es que también estoy quemada de trabajar como cajera, dependienta y sucedáneos. Justo ayer se lo comentaba a mis niñas Erasmus por Whatsapp:
Por un lado, pensé en dejar de trabajar en el supermercado en el que estoy para dedicarme únicamente a estudiar. Tengo ocho meses de paro, así que podría dedicarme en cuerpo y alma al estudio para quedar en el puesto más alto posible. La pega es que me cerraría las puertas para siempre en el Merca y, siendo francos, es prácticamente imposible que consiga una plaza en el SAS. Dan 40 puntos por tener experiencia como interino, así que incluso en el improbable caso de que yo sacara un 95 en el examen, una persona que obtenga un 60 en el test y que tenga esos 40 puntos de interinidad me pasa por encima. De hecho, miré la nota de corte de la última oposición del año 2007 y la última persona en entrar tenía un 99.198 de nota.
La historia es que también estoy quemada de trabajar como cajera, dependienta y sucedáneos. Justo ayer se lo comentaba a mis niñas Erasmus por Whatsapp:
y si no hago algo diferente, si en algún momento no digo "hasta aquí" ¿hasta cuándo voy a estar en este círculo vicioso de trabajos para los que estoy sobrecualificada?
Pero claro, volvemos a lo de siempre: es un trabajo, está bien pagado, cotizo por las horas que hago ¿lo voy a perder por un 2.04%? ¿y si no consigo la plaza?, ¿después qué? Porque, por ejemplo, cuando dejé de trabajar en Primor sentí que había hecho lo correcto pero, en la semana que pasó hasta que me llamaron de Okaïdi para trabajar, me cuestioné 20 mil veces si había hecho bien dejando un trabajo sin tener otro asegurado y me sentí bastante mal conmigo misma por tener "tan poco aguante".
No sé. A veces me entra el ramalazo de decir "voy a sacar todo lo que tengo ahorrado en el banco, voy a coger el Pilucar, tirar millas p'arriba y recorrerme media Europa". Supongo que los discursitos americanos de YouTube tienen parte de culpa, pero a veces me pregunto dónde está esa Pili con ganas de vivir, que era optimista, que le pasaban mil cosas, que conocía gente rara, que decidía irse a Palermo a trabajar en una asociación antimafia de una semana para otra, que creía que podía ser lo que quisiera, que no veía límites. La pregunta es un poco triste, pero ¿en qué momento se me hizo aburrido vivir?
Volviendo a los americanos, me siento como el prota al que las cosas le van mal hasta que pasa algo y es el rey del mambo. Así que supongo que sólo me queda esperar a que me pique una araña radiactiva, hacerme amiga de un pez llamado Dory o cocinar metanfetamina.
P.D. Para las 93 plazas de auxiliar administrativo se han presentado
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